Se está formando a personal de los Centros de Empleo de Huércal-Overa, El Ejido, Roquetas de Mar y los tres de la capital para su correcta utilización.
La Dirección Provincial del Servicio Andaluz de Empleo (SAE) está trabajando para el reconocimiento de seis de sus 13 oficinas como zonas cardioaseguradas por parte de la Empresa Pública de Emergencias Sanitarias, organismo adscrito a la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía. Para ello se han adquirido seis desfibriladores cardíacos externos que se instalarán en las Oficinas SAE de Huércal-Overa, El Ejido, Roquetas de Mar y las tres de la capital -La Merced, Altamira y Almadrabillas-, y se está formando a personal de estos centros de empleo en soporte vital básico y desfibrilación externa automatizada.
Estas seis Oficinas SAE se sumarán a la Delegación Territorial de Economía, Innovación, Ciencia y Empleo y dos de sus centros de trabajo -la Residencia de Tiempo Libre de Aguadulce y el Centro de Prevención de Riesgos Laborales, que ya fueron reconocidos en 2016 como zonas cardioaseguradas, contando con cuatro desfibriladores, tras cumplir los requisitos establecidos en la normativa andaluza que regula la formación necesaria para el uso de desfibriladores externos automatizados fuera del ámbito sanitario.
Los profesionales formados estarán capacitados para actuar de forma inmediata en caso de presenciar una parada cardiorrespiratoria, sumando sinergias a la posterior asistencia por parte de los equipos de emergencias sanitarias, con el objetivo de disminuir la mortalidad y las secuelas a través de una excelente actuación inicial.
Ya se ha impartido el primer curso de soporte vital y desfibrilación externa automatizada para un primer grupo de personal de las Oficinas SAE. Mediante una metodología práctica, los participantes han conocido la cadena de supervivencia, la resucitación cardiopulmonar básica y cómo usar el desfibrilador. También han adquirido conocimientos sobre primeros auxilios ante infarto agudo de miocardio, ictus, convulsiones, hipoglucemia, heridas, hemorragias, traumatismos y fracturas.
Además, han practicado con maniquíes y realizado simulaciones de uso del desfibrilador, apertura de vía aérea, posición lateral de seguridad, técnica de desobstrucción de la vía aérea ante un atragantamiento, reanimación cardiopulmonar (RCP) básica en adultos y niños, algoritmo completo de actuación ante la RCP, y se ha ensayado como actuar ante situaciones simuladas.
La Empresa Pública de Emergencias Sanitarias es la encargada de la gestión y registro de las organizaciones que disponen del certificado de “zona cardioasegurada”, que constata que dichas instituciones han formado a sus profesionales y han ubicado desfibriladores en sus instalaciones, en el número y los lugares adecuados, según lo establecido en la Orden de 4 de junio de 2013 (BOJA 113/2013).
Cadena de supervivencia
Las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en el mundo occidental y, entre ellas, ocupa un lugar destacado la muerte súbita cardiaca que suele ocurrir, de manera mayoritaria, fuera del entorno hospitalario. Cada año, en España se producen en torno a 25.000 paradas cardiacas extrahospitalarias. Esta patología afecta a una población con una edad media en torno a los 60 años y, en muchos casos, es la primera manifestación de una enfermedad cardíaca silente hasta ese momento. En términos de supervivencia, es clave una rápida desfibrilación ya que su eficacia disminuye un 10% por cada minuto que transcurre hasta que la persona es atendida.
La correcta atención a la parada cardiorrespiratoria consiste en la aplicación precoz de una serie de acciones conocidas como cadena de supervivencia que incluye, por este orden, el reconocimiento de la situación y activación del sistema de emergencias sanitarias, el inicio inmediato de las maniobras de soporte vital básico, la desfibrilación eléctrica precoz y la rápida instauración de las técnicas de soporte vital avanzado.
Los cinco minutos posteriores a una parada cardiorrespiratoria son claves para el afectado y por ello es fundamental que la persona que tiene el contacto inicial actúe de forma inmediata alertando a los equipos de emergencias sanitarias y aplicando entre tanto técnicas de reanimación básicas, como la ventilación boca a boca y el masaje cardíaco externo. La disponibilidad de un equipo de desfibrilación eléctrica precoz, que puede ser utilizado por personal ajeno a la profesión sanitaria con la realización de un curso básico de entrenamiento, añade el recurso más eficaz para restablecer el ritmo cardíaco viable y reducir al máximo el riesgo de muerte.