La investigación señala la mala calidad del mortero y el efecto impermeable del hormigón de las restauraciones de los años 80 como causas principales.
La Junta ha concluido la actuación que inició el pasado mes de julio para determinar las causas del deterioro de la muralla sur de la Alcazaba. Los sondeos arqueológicos practicados, - dirigidos por la arqueóloga del Conjunto Monumental, Rosa Morales, con la colaboración de la restauradora, Cruz Ramos- , y el estudio multidisciplinar de los materiales que componen los muros, han determinado que el origen de las humedades que afectan a este lienzo de la muralla proceden de la salinidad de sus elementos constructivos y del efecto impermeable del hormigón coloreado que se empleó en las restauraciones ejecutadas en la segunda mitad del siglo XX. A partir de estas conclusiones, se está redactando un proyecto de intervención en parte de la muralla sur para corregir y minimizar estas humedades y, en función del resultado que se obtenga, se aplicará al resto de las zonas afectadas.
La intervención realizada ha descartado que las humedades provengan de filtraciones o pérdidas de agua del sistema hidráulico del monumento. Así lo ha asegurado el delegado de Cultura, Turismo y Deporte, Alfredo Valdivia, que ha ofrecido una rueda de prensa sobre esta iniciativa acompañado por el director de la Alcazaba, Arturo del Pino, y por el arquitecto, Pedro Gurriarán.
Catas y estudio de materiales
La actuación ha consistido en una serie de catas arqueológicas a lo largo de 12 metros de la muralla sur de la Alcazaba con el fin de conocer los materiales originales del muro y los añadidos en distintas restauraciones y la situación de la roca en la que se apoya la muralla. Las muestras obtenidas de las zonas afectadas por las humedades y las de áreas sin alteraciones se han estudiado en el laboratorio del Departamento de Construcciones Arquitectónicas de la Universidad de Sevilla a través de análisis químicos, mineralógico, de ph, de contenido en carbonatos, de densidad y porosidad, de resistencia a la compresión y de evaluación por ultrasonidos.
Este estudio del equipo de investigación hispalense señala la presencia de dos tipos de sales que proceden del interior del muro. Por una parte, aparece halita o cloruro de sodio que capta la humedad del ambiente. Su concentración es 25 veces mayor en las áreas con manchas que en las que no tienen. Y, por otra parte, se ha encontrado yeso o sulfato de calcio, un tipo de sal que genera ciclos de disolución y cristalización que contribuyen al deterioro de los materiales. Además, el forro de restauración de cemento coloreado de baja porosidad actúa como barrera impermeable que impide la transpiración del lienzo original y acentúa las patologías causados por las sales.
El impacto de las restauraciones
Sobre la evidencia del impacto negativo del hormigón utilizado en las restauraciones del pasado siglo, el arquitecto Pedro Gurriarán ha señalado que “resulta significativo que el lienzo de muralla que ha sufrido más intervenciones de restauración sea el que más problemas de humedad presenta”. Gurrriarán ha explicado que “la intervención arqueológica ha permitido conocer mejor los materiales constructivos originales de la Alcazaba y el calado de las restauraciones de la última mitad del siglo XX con criterios desfasados en la actualidad”. En la realizada en los años 60 se homogeneizaron los materiales y el aspecto de las murallas y se construyeron con ladrillo hueco los merlones o almenas que carecen de base histórica o arqueológica. En la década de los 80, se añadió el forro de hormigón de cemento coloreado, un material muy resistente pero poco permeable.
Con toda la información recabada, tanto arqueológica como del análisis de los materiales de construcción de los muros, la empresa ‘Yamur. Arquitectura y Arqueología’ está elaborando un proyecto de conservación que incluiría la retirada del forro de hormigón y la protección de la mampostería con mortero de cal, más poroso y transpirable con el fin de minimizar los efectos de las sales del interior de los muros. Como ha ocurrido con los sondeos practicados, las catas arqueológicas que lleva aparejada esta actuación de conservación se cubrirían con grava limpia que favorece la evacuación de humedades. Además, se plantea la posibilidad de eliminar los merlones añadidos en una restauración.
El delegado de Cultura, Turismo y Deporte, Alfredo Valdivia, ha señalado que “el objetivo es realizar esta actuación en un fragmento de la muralla sur y, si la práctica funciona y los resultados son los esperados, aplicarla a otras zonas afectadas”.