Elena Ruiz recuerda en el II Foro Provincial Feminista de Almería que la igualdad es un derecho fundamental que se vulnera cada día.
La directora del Instituto Andaluz de la Mujer (IAM), Elena Ruiz, ha inaugurado en Aguadulce, Almería, el II Foro Provincial Feminista que este año versará sobre el 'Machismo invisible'. Durante el encuentro, la directora ha recordado que la igualdad de género es “un derecho fundamental reconocido en la legislación, un derecho que se vulnera todos los días a través de las diversas formas de desigualdad y discriminación de género”, por lo que ha apostado por “dar un valiente paso más hacia esa igualdad, dotando a las normativas de poder sancionador ante los incumplimientos”.
En este sentido, Ruiz ha destacado el carácter pionero de Andalucía, cuya reforma de la Ley de Igualdad de Género, en trámite parlamentario, otorga a la administración autonómica de capacidad sancionadora ante la desigualdad y la discriminación de género. Junto a ello, la reforma refuerza la coeducación transversal, al incluir la obligatoriedad de integrar contenidos coeducativos en todas las etapas educativas, un aspecto que Ruiz ha calificado de “fundamental para desmontar la estructura patriarcal desde su base, que es el pensamiento social”.
Para Elena Ruiz, la coeducación será “sin duda la mejor herramienta para que la sociedad del futuro crezca con un pensamiento crítico y de género, sabiendo detectar y desmontar el machismo invisible, que pasa desapercibido en la sociedad y que contribuye a reproducir la desigualdad de género y la violencia machista”. Así, Elena Ruiz ha puesto ejemplos de los llamados “micromachismos”, tales como aquellos comportamientos sexistas que llevan a cabo los hombres, “muchas veces inconscientemente, que pasan desapercibidos y se naturalizan, limitando la autoestima y la libertad de las mujeres”, o el propio modelo de belleza que la moda y la publicidad imponen sobre las mujeres, así como en el papel de la mujer como objeto sexual al alcance de los hombres. Junto a ello, ha aludido al lenguaje sexista como otro de los “micromachismos más arraigados”, explicando la importancia de ello, ya que “se piensa como se habla”, al tiempo que ha advertido de la reproducción en la literatura, el cine y la música de la idea de amor romántico como sinónimo de dependencia y sumisión.